← Back to portfolio

Con El Guapachoso en la 107

Published on

Verano de 1995. Avenida 107 del suroeste de Miami. Seis de la tarde. Un perrito poodle desafía el tráfico e intenta cruzar la vía. Los choferes lo ignoran y pasan como bólidos a su lado. Acabo de estacionar frente a la bodega del barrio y lo observo a través del espejo retrovisor. No lo pienso dos veces y salgo a rescatarlo.

Al advertir mi presencia el perro echa a correr asustado. Ahora huye de los autos, de mí y de dos samaritanos más. Los conductores se impacientan y tocan el claxon. Algunos nos injurian:

—Sigan comiendo mierda con el perrito —grita uno.

—En este país quieren más a los perros que a la gente —exclama otro.

Agarro al cachorro por una de las patas traseras y comienza a patalear como si fuera un niño malcriado. Los samaritanos, marido y mujer, me instruyen sobre cómo debo sujetarlo. La señora lo llama angelito o algo parecido, pero el poodle no está para carantoñas y logra zafarse.

—!Uff, el hombre es un lince! —dice el señor.

Su voz me resulta familiar y mientras avanzamos hacia el estacionamiento de la bodega (el perrito se ha refugiado debajo de un carro), reparo en la pareja. Deben de andar por los setenta años y están impecablemente vestidos. El señor es un negro cubano de ojos rasgados y fino bigote. La señora es una mulata blanconaza de mirada dulce y sonrisa franca.

Al llegar al estacionamiento me asomo debajo del auto y comienzo a llamar al perro. Del otro lado el señor del bigotito hace lo mismo. Le habla con tanto candor al animal que parece que está interpretando un bolero.

—No tengas miedo, campeón —le dice—. Nosotros solo queremos ayudarte.

Al poodle parece que le gusta el bolero (estamos en el corazón de Westchester y aquí hasta los gatos saben quien es Olga Guillot), pues enseguida comienza a mover el rabo. Yo sigo pensando que conozco esa voz y me pregunto si no lo estaré confundiendo con un negro viejo de mi pueblo: ¿Roberto Silva? ¿Mi vecino Mario Iriarte?

El señor parece que es muy popular en el barrio. Algunos transeúntes se detienen a saludarlo y otros se suman al rescate, aunque están más pendientes de lo que dice éste que de la suerte del perro. Finalmente el poodle comienza a acercarse al “bolerista”, que de repente estira el brazo y lo agarra por la nuca. Y es justamente en ese instante que su identidad me es revelada.

—¡DE PELÍCULA! —dice a mi lado un cubano que tiene puesto un overol de mecánico—. ¡Laserie, ese perrito está de película!

¿Laserie? ¿Rolando Laserie? ¿El Guapo? ¿El Guapachoso? ¿El genial intérprete de Hola soledad, Amalia Batista y el jingle de Radio Mambí? El jingle de los noventa, cuando la estación estaba en Coral Way y Pérez Roura disparaba un Tome Nota cada día. ¿Quién no recuerda aquella fervorosa guaracha, aquel himno sagüesero y transnacional que ya es parte de la identidad cubano-mayamense?... La que pensando en aquel pueblo que se ha quedado solo, se enorgullece al saber que todo el mundo la escucha, lo que nos une en la lucha por los derechos humanos.

Laserie viene hacia mí y me entrega el poodle como si fuera un trofeo. Asume que lo adoptaré y me sugiere varias marcas de comida, aunque su esposa Graciela recomienda que no me encariñe mucho con la criatura: está precioso, dice, pero los dueños deben estar buscándolo como locos por el barrio. Tiene razón. Al llegar a mi calle lo primero que veo es a una joven madre con sus dos hijos llamando desesperadamente a su querida mascota.

Reconozco que había comenzado a hacerme ilusiones con la criatura. Durante mi infancia en Cuba siempre tuve perros y desde mi llegada a Miami no había vuelto a pensar en esa posibilidad. Además, para un músico frustrado como yo, rescatar al animalito junto a Laserie era lo más cercano a “colaborar” con uno de los genios más grandes de la música cubana. Y pensar que ya le había buscando hasta un nombre. Tenía cara de llamarse Toby, Nugget o cualquier otra ñoñería, pero para mí hubiera sido El Guapo, ¡El Guapachoso de Westchester!

Subscribe to get sent a digest of new articles by Route 41

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.