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Carlos García Pandiello: “Los latinos provenimos de sociedades con grandes prejuicios raciales”.

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Jaspora, la novela debut del escritor cubano Carlos García Pandiello (Pinar del Río, 1967), es uno de esos libros que se abren paso por sí mismos. Publicada por Aduana Vieja, una editorial independiente con sede en España, Jaspora fue galardonada con tres premios literarios en el 2018: el primer lugar en la categoría de mejor novela en español de los 20th Annual Internartional Latino Book Awards, el segundo lugar en la categoría de mejor primer libro en español de los mismos premios, y la medalla de plata de los Florida Book Awards en la Categoría de Literatura en Español. García Pandiello lleva 25 años viviendo en Miami, ciudad que sirve de escenario de un texto que aborda temas como el racismo, el éxito y la religión. Conversamos con él sobre su novela y su trabajo actual.

Jaspora ha tenido una recepción muy positiva de la crítica, además de ganar tres premios literarios. ¿A qué crees que se debe ese éxito?

La novela toca temas muy actuales, como la inmigración y el racismo. Hay constantes referencias a la cultura popular, a la música, y a pesar de la crudeza de ciertos pasajes, la narración está salpicada de toques de humor y parodia. Me parece que es el primer libro de la literatura cubana del exilio que trata de manera directa la relación de los cubanos de Miami con la comunidad haitiana y afroamericana. Creo que todos esos factores han contribuido a su buena acogida.

Un crítico dijo que Jaspora, más que una novela latinoamericana, es una novela del sur de los Estados Unidos. ¿Te parece que tiene sentido esa aseveración?

Sí lo creo. Ramón González, su protagonista, tiene mucho de esos personajes anómalos de la literatura sureña que están siempre avocados al crimen y la locura. Además del racismo, en la novela también incluyo temas afines a esa tradición, como la redención espiritual y el evangelismo más exaltado. Me refiero a esa visión un tanto retorcida de la religión que aparece en las obras de Flannery O’Connor, como el predicador ateo de Sangre Sabia que quiere crear “la iglesia de Cristo sin Cristo”.

… de hecho, tienes un estilo limpio, una prosa utilitaria que pareciera inscribirse más en la tradición estadounidense que en la latinoamericana…

El lugar donde vives condiciona de alguna manera tu estilo como escritor y como creador en general. Pienso en Edward Hopper, el pintor realista cuya obra encarna la quintaesencia del individualismo americano. En el estilo sobrio de sus cuadros, siempre inquietantes, se mimetiza la soledad americana en todo su esplendor. Pienso que eso mismo ocurre con el estilo utilitario de mi prosa. Parece que en Estados Unidos no hay tiempo para digresiones y muchos escritores terminan convirtiéndose en “Hoppers” literarios.

El tema de la raza es importantísimo en la novela. ¿Los latinos en Miami son racistas?

Los latinos provenimos de sociedades con grandes prejuicios raciales. En Miami he conocido algunos que sí lo son y lo peor es que ellos mismos no se dan cuenta. Pero en realidad tengo una imagen muy positiva de esta comunidad y de todo lo que los latinos hemos aportado a ésta. Creo que toda experiencia migratoria es un proceso de aprendizaje que a la postre nos convierte en mejores personas.

El éxito es otro tema fundamental en Jaspora. ¿Por qué decidiste entrarle a ese tema?

¿Puede haber un tema más americano que la obsesión con el triunfo? Con el triunfo y su reverso, la derrota. En el caso de los inmigrantes, “triunfar en América” representa la validación de esa gran aventura que, para bien o para mal, significa abandonar el país de origen. Para los exiliados cubanos tiene mucho de justica poética: conseguir todo los que nos negaron en nuestro país.

La música es tan importante en Jaspora que los primeros ejemplares que se distribuyeron en los EEUU venían con un marcador de páginas que incluía el “soundtrack” de la novela. ¿Te parece que ese “soundtrack” refleja el espíritu de la obra?

Claro que sí. De hecho, a través de la letra de algunas canciones establezco una relación intertextual con la narración, ya sea como trasunto de la historia o como comentario social. La novela toma prestado el título de una canción de Wyclef Jean, un reconocido músico de origen haitiano, y es una especie de himno para la diáspora de ese país en Estados Unidos. Ramón, el protagonista, escapa de sus frustraciones escuchando Glory Days, una canción de Bruce Springsteen que cuenta la historia de alguien como él, un pelotero venido a menos. Ciertamente la novela está llena de “páginas sonoras”, como decía Cabrera Infante.

¿Qué lecturas o autores crees que tuvieron una influencia en la novela?

El juego intertextual con la música me llega de las lecturas de Cabrera Infante y Rodríguez Juliá, el autor puertorriqueño de esa crónica extraordinaria que es El entierro de Cortijo; de los escritores de la Generación del Mariel —sobre todo Carlos Victoria, Guillermo Rosales y Juan Abreu—, el extrañamiento y la enajenación ante la experiencia del exilio; de Richard Ford sus meditaciones sobre la soledad urbana americana y de Flannery O’Connor la visión estrafalaria de la religión.

¿En qué estás trabajando ahora?

Estoy escribiendo otra novela y enfrascado en la realización de un documental sobre la estancia de Juan Ramón Jiménez en Miami, de 1939 a 1942. Juan Ramón es la figura más importante de la literatura en español que ha residido en esta ciudad, un hecho que, como tantas cosas relacionadas con ese gran poeta, muchos desconocen. Espero que mi documental contribuya a difundir ese momento tan importante de la historia literaria del sur de la Florida.


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