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Un día en la vida de un turista cubano en Londres

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                                                para Camilo Pino       

Es domingo y el turista se levanta temprano. Hace nueve días llegó a Londres con su esposa y sus hijos adolescentes. La familia duerme y decide pasar unas horas en una librería cercana. Foyles, le informa Google Maps, se encuentra a una milla de distancia.

Hace un día radiante y a las nueve de la mañana Kingsway está atestada de gente. El turista se percata que la mayoría de los transeúntes visten ropa deportiva y avanzan en grupos de aproximadamente diez personas. Cada grupo se identifica por el color de su camiseta: rojo, azul, amarillo, verde.

En una cafetería hace una larga cola para tomar café y comerse un croissant. Los atletas de camiseta azul se le han adelantado. Las camisetas tienen la insignia de la Queen Mary University of London, cuya sede está frente al Airbnb que alquiló su esposa. Siente envidia de los atletas y se dice que cuando regrese a Miami participará en un maratón.

Atraviesa una plaza y llega a Denmark Street, famosa por sus tiendas de instrumentos musicales -Hanks, Wunjo, Notom, Rose Morris- y por el célebre Regent Sounds Studio, donde los Rolling grabaron su primer disco. Entra al local y piensa que algunas cosas llegan tarde en la vida. Qué no hubiera dado por entrar en esa tienda cuando tenía catorce años.

A esa edad lo único que le importaba era el rock. Un día quiso formar una banda y se inscribió en una clase de guitarra. El instructor era un joven recién graduado que estaba haciendo el servicio social en la Casa de la Cultura de su pueblo. Tenía el pelo largo y pinta de yuma, por lo que el turista y sus amigos lo llamaban Peter Frampton. El primer día de clases le dijeron que querían aprender a tocar guitarra para formar un grupo. Al día siguiente Peter Frampton los denunció en la escuela por diversionismo ideológico.

El turista llega al final de Denmark Street y desemboca en Charing Cross Road, donde está Foyles. La librería abre en cinco minutos y decide esperar. En ese momento, pegado a un poste de la luz, ve un cartel donde se anuncia un tour por el Londres de Carlos Marx. El turista le toma una foto y la muestra en Facebook. Escribe: “Y pensar que nosotros hace más de sesenta años comenzamos ese tour y todavía no sabemos cuándo terminará”.

Al entrar a la tienda va directamente a la sección de libros en español. Entonces recibe una grata sorpresa: un miembro del staff ha escogido a Antes que anochezca como una de sus lecturas favoritas. “Este es uno de los libros más hermosos que he leído”, ha escrito el empleado de Foyles. “Es difícil pensar que alguien haya vivido una existencia semejante”. El turista sonríe con picardía y siente que le ha ganado una pequeña batalla a Marx. Piensa que el tour debería incluir una parada en la librería con la adquisición del libro más famoso de Reinaldo Arenas.

Al salir de Foyles se reúne con su familia en una cafetería de Piccadilly. Comen algo ligero y salen a recorrer la ruta londinense de los Beatles: la estación de metro de Marylebone, donde se grabó la secuencia inicial de A Hard Day’s Night; Saint John’s Wood Church, donde el matrimonio de Paul y Linda fue bendecido; el edificio de Savile Road con su célebre azotea y el cruce peatonal de Abbey Road junto al mítico estudio del mismo nombre.

El turista se pone sentimental y piensa en los amigos que se han quedado en Cuba. Lo más probable es que nunca lleguen a conocer Abbey Road o el British Museum, aunque a estas alturas seguro se contentan con que no les quiten la luz todo el día. Hace poco leyó un chiste cubano que debería aparecer en toda antología de humor negro: “Pensar que antes electrocutarse era tener mala suerte y hoy pocos pueden darse ese lujo”.

El recorrido de los Beatles resulta más largo de lo esperado y sus hijos terminan exhaustos. Piden comida, piden sentarse y no visitar ni un museo más. Cenan en un restaurante italiano de Covent Gardens y, con las pilas recargadas, parten rumbo al apartamento por la ahora casi desierta Kingsway. Google Maps sugiere un desvío y terminan en la calle High Holborn. En ese momento divisan el edificio con una gigantesca bandera cubana que cubre la vidriera de la planta baja. El turista no sale de su asombro: se trata de la embajada castrista en Londres.

A Day in a Life (Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band) es uno de sus temas favoritos. Siempre pensó que pasar un día en Londres sería como lo cuentan Lennon y McCartney en esa canción: la rutina mañanera de un hombre cualquiera y el espíritu de la ciudad representado en los comentarios de varias noticias del periódico. Lo que nunca imaginó fue que ese día sería tan cubano. ¡Ah, Kavafis!

Pero en algo sí coinciden la estructura musical de la canción y las emociones vividas en su recorrido. Los encuentros con Marx y Arenas equivalen a los dos crescendos que se escuchan en el mítico tema. El acorde sostenido con que cierra la canción es el letrero de PATRIA Y VIDA que el turista deja incrustado en la placa que identifica a la “sede diplomática”.

Siguen caminando y por última vez se voltea a mirar la fachada de la embajada cubana, sucia y amenazante en el luminoso atardecer del verano londinense. El acorde sostenido, el Mi Mayor más célebre de la historia del rock, brilla con luz propia.

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